25.1.17

Volviendo al tema de la educación no formal de las artes - No quiero ser maestra de arte.

Otra vez en el mismo sitio. Cursillo sobre educación no formal de las artes.

Un placer estar ahí entre mujeres y unos pocos hombres que han dedicado su joven vida a la enseñanza de las artes. Yo, la única que no tiene experiencia en enseñanza de las artes. Eso es, si dejamos la enseñanza del inglés afuera. Porque no es un arte. Tratar de ver semejanzas donde no las hay es una necedad. Si considero lo que la pintura es para mí, simplemente no puedo compararlo con lo que es un idioma para alguien. Sobretodo si insisto en decir que el arte no es un lenguaje. Una puede decir, honestly se pronuncia así porque así se pronuncia. Uno no puede decir, el verde se hace así porque así se hace el verde. Creo que sólo hasta cierto punto. es más ambiguo pues.

Entonces, mi propósito al asistir a ese cursillo era entender cómo se enseña un arte, en un contexto no formal, es decir, no para ser artista. Quería saber qué hay que pensar para ser maestra de pintura.

Las actividades pedagógicas de las cuales se habló ahí están encausadas hacia la experimentación del arte, sin serios objetivos de perfección, de evolución, más allá de los que naturalmente ocurre cuando uno repite una cosa varias veces. Muchas de los ejemplos estaban enfocados a considerar el grupo; la comunicación y la tolerancia, el respeto y la convivencia. Todas esas características que yo misma experimento en las clases de flamenco, son las mismas que creo que no encajarían en un taller de pintura. Puedo inventar mil razones, pero al final creo que no tengo vocación para enseñar pintura, no tengo ni la más mínima idea qué podría hacer en una taller de pintura como maestra. No pude ver en ese curso ni en las cosas que contaban las asistentes una motivación distinta a la de querer tener un trabajo dentro de una escuela de artes. No sé si no pudieron expresar algo que es muy íntimo y a la vez evidente, pero yo no pude ver otras razones por las cuales enseñan más que la necesidad de hacer dinero. Es como si los maestros de artes no supieran venderse. O tuvieran un malentendido sobre qué es lo que aporta el arte a nuestras vidas.

Pero trataré de ser justa y clara. El cursillo se autodenominó: dispositivo para detonar un propio modelo. Ahí ya me di cuenta de que en esta imposibilidad para hablar de certezas en el arte, hay que dejarlo todo en manos del espectador, o del alumno, no existe otro modo. La labor educativa está enfocada al auto-aprendizaje, a generar la capacidad de aprender.  Pero, ¿aplica eso para la pintura? ¿Acaso no aprendemos solos? Yo aprendo mejor en la tranquilidad de mi espacio. Pero el baile lo aprendo mejor en grupo, viendo, bailando juntas.

Otra línea de discusión fue sobre lo que cada arte aporta al ser humano. Eso serviría para luego encontrar maneras de hacer ver esos aportes desde otras disciplinas. Equilibrio, calma, observación, desarrollo de un lenguaje propio, dije yo. Hay que hacer una disección de lo que es la pintura para uno, para luego encontrar otras disciplinas que ayuden a desarrollar esos aspectos de la propia disciplina. Como estudiar anatomía para dibujar mejor. O bailar mejor. Como metodologías de enseñanza, la inter-disciplinareidad, que a mí me parece tan pretencioso.

Hay tantas cosas buenas que aportan las artes, y las dijeron: creación de rituales, perspectivas, memoria, meditación, creación de metáforas, apreciación, etc. Sí, todo eso aporta el arte, pero... ¿acaso esas cosas no ocurren desde el momento en que uno dice, voy a ser artista? ¿se pueden enseñar esas cosas si una persona, joven o vieja, no le interesan esas cosas? No puedo dejar de pensar que la educación es un ideal, un concepto tan viejo como el de un ser divino creador del universo. ¿Qué pasaría si no tuviéramos la necesidad de manejar las masas de gente de este mundo? ¿si fuésemos unos pocos? ¿tendríamos que estar apretados en un salón aprendiendo todos los mismo? ¿qué pasaría si no tuviéramos la espantosa necesidad de crear trabajos? ¿existirían tantos jóvenes queriendo emplearse en escuelas, buscando maneras de enseñar?

Volviendo a las distintas maneras de aprender. Pues si ya son todos adultos, ¿para qué estudiar en grupo si no se puede aplicar el mismo proceso para todos? ¿para qué tratar de homologar, nivelar, aplanar?

Todo me parece un afterthought. Lo que se dice después de que ya nos dimos cuenta de lo que no funciona. Dicen que lo que no funciona es tratar de enseñar un arte como si fuera un bloque sólido de conocimientos desde la autoridad del que ya dominó la técnica. Me parece autodestructivo eliminar la autoridad natural que surge del dominio de una técnica. Si un maestro se sabe superior y habla desde esa superioridad... qué debe hacer? pretender que no es ducho en la materia? es ridículo. Todo este pedir disculpas por la excelencia de algunos en algunas materias es una pura promiscuidad de ideas democráticas, suavizantes de egos adoloridos por mala educación en el hogar. Padres inseguros que crían hijos inseguros. ¿Y voy a venir yo a hacerlos sentirse bien por hacer pendejadas superficiales y poco elaboradas en la pintura? ¿Solamente por la experiencia de trabajar en equipo en un proyecto de cosas hechas a mano?

Concluyo que esto no es para mí. No tengo lo que se necesita. Apenas me vengo sacando de encima una educación basada en el castigo y la culpa, dudo poder dar el salto a ser una persona tolerante y paciente de las limitaciones personales que nos impiden vivir una vida dedicada al arte. Si cada cual no se da cuenta de la importancia de ser creativos, de cuestionar y preguntarse porqué las cosas son como son cuando no nos parecen bien, si no queremos hacer la tarea de imaginar soluciones creativas en nuestra vida... si no queremos recorrer el camino solos, qué evidencia existe de que vamos a poder hacerlo en grupo?

¿Cómo se enseña un arte, no para ser artista, sino para puro incorporarlo como anexo a la propia vida? Quizás aquí mero es donde empieza mi problema. Yo quiero ser artista. Yo vengo de querer serlo y no poder serlo hasta muy tarde en mi vida. No quiero ser artista para relajarme. No quiero serlo como quiero ser bailadora, para entretenerme y aprender algo más. Soy artista porque me paro en la vida en un lugar desconocido desde el cual tengo que inventarme a cada paso. Mi vida es ser artista. Eso no es nada divertido. Requiere tiempo, dinero, esfuerzo, y a veces alejamiento. Un taller de arte o pintura en una escuela de artes busca lo opuesto. Amalgama, incorpora, crea la sensación de pertenencia, permite fluir con otros y pasar el tiempo sin pensar profundamente.
Para enseñar a ser artista en un contexto no formal yo tendría que dejar de ser artista y convertirme en otra cosa que no soy, algo que al parecer no quiero ser.
Tal vez tengo que pensar en enseñar pintura nada más. Procesos, la cocina. Si alguien está en contacto con su visión, sólo puedes ayudarlo en la ejecución. Lo demás está demás. Pero vuelvo a lo mismo: cuando uno quiere ayuda en la ejecución, ahí están los tutoriales en la internet. No vas a tomar un bus, o una micro para aprender lo que ya está en los libros. No me cuenten cuentos. Lo que pasa en un taller de pintura es un misterio.




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