El presente ensayo reúne mis reflexiones sobre el trabajo
realizado en el taller de Investigación Plástica con el maestro Arturo Miranda
de Febrero a Mayo de 2012. Las obras realizadas son una serie de pinturas al
óleo, algunas adjuntas en forma de anexo a este ensayo.
Para este semestre continué explorando el cuerpo fantástico,
esta vez por medio del automatismo, interpretando los cuerpos que “veo en las
manchas”, siguiendo el camino de descubrir en los trazos cuerpos y paisajes. También
me propuse explorar maneras de unir el cuerpo con un entorno orgánico para sugerir
un mundo sin gravedad, con límites ambiguos e inciertos, como retratos de seres
en su predicamento frágil y enigmático en el inseparable ambiente de los
afectos y las repulsiones.
Realicé 8 ejercicios en óleo sobre papel, luego dos cuadros
pequeños en tela (009 y 010), continué con 8 ejercicios en papel y terminé con
tres cuadros en tela (017, 018 y 019). A ese trabajo se incorpora la tarea
sugerida por el maestro Arturo de elegir un pintor que hiciera algo distinto a
lo que hago, como ejercicio introspectivo para ayudar con la definición de lo
propio. Para ese ejercicio elegí a Sandra del Pilar.[1]
A partir de la experiencia de este semestre mis reflexiones
son de tres tipos: un breve comentario sobre el soporte; una reflexión sobre el
aspecto formal y la génesis de la forma; y una reflexión sobre lo temático, que
está encarada desde la comparación con el trabajo de Sandra del Pilar.
1.
Con respecto a los soportes que elegí para pintar al óleo, que
son el papel y la tela, hay dos aspectos que quiero rescatar. El primero tiene
que ver con la tensión que se produce cuando uno se enfrenta al blanco de la
tela y la manera en que se modifica esta experiencia cuando se trabajar sobre
papel. Y es que el papel propicia resultados más fluidos y espontáneos, quizás
porque es un material más humilde que la tela o porque estamos en un tiempo
donde es razonable economizar, es positivo aprovechar el papel gris que se da
gratis en San Carlos y sacarle el mejor partido. En este lugar de familiaridad
y confianza que otorga el papel, lo que resulte queda inscrito dentro de un
ejercicio sin imperativos de concreción ni finalidad específica, es decir, no
tiene que terminar viéndose como un cuadro y por eso se presta muy bien para
explorar desinhibidamente formas y colores. Lo dicho anteriormente trae consigo
la siguiente pregunta: si el trabajo sobre papel es exploratorio y espontáneo,
¿entonces cómo es el trabajo sobre la tela?, ¿será calculado? Exagerando un
poco, la respuesta es que pintar en papel es análogo a practicar natación en
una piscina como entrenamiento para cruzar a nado el Estrecho de Magallanes. Pintar
sobre papel puede cumplir con esa finalidad de soltura al pintar en la tela.
Para registro, esta es la manera en que preparé el papel gris:
dos capas de yeso diluido en un poco de agua y dos capas de pigmento diluido en
una parte de barniceta y una parte de diluyente. Cada capa se puede aplicar
sobre la previa casi seca. El papel se puede pinchar o pegar con masking tape a
una tabla para pintar en la superficie de manera vertical. Esta imprimatura es
suficiente para que el óleo no se absorba en el papel y la pincelada fluya
bien. Aguanta toda la textura que uno desee darle. Los inconvenientes de
trabajar en papel son los que precisamente se corrigen al trabajar sobre una
tela enmarcada y es que la superficie en el papel no es completamente lisa y
los baches crean luces y sombras muy distractoras.
El otro asunto que se desprende del trabajo en papel se
relaciona con el balance entre pintar sin hacer juicios a lo que se hace, vs.
trabajar planeando para supuestamente controlar la imagen. Por un lado la
pintura en papel acoge bien el sentimiento que quiere manchar sin finalidad
clara y que busca una satisfacción más inmediata a la necesidad de pintar. Son garabatos
en un papel, juegos de formas irrelevantes,
incongruencias, prejuicios y cursilerías, como si todo eso tuviera que salir
antes de que pueda salir algo mejor. Un ejercicio para ver qué se puede
rescatar, un brainstorming de garabatos para ver si algo de eso. Se suspende el
juicio crítico y se deja salir todo. Se trata de ver para luego creer en la
propia capacidad de crear imágenes interesantes.
Este método de ejercitar presupone una jerarquía de imágenes,
un criterio de autoselección. Trabajar en papel de manera preliminar a pintar
en la tela promueve la autoreflexión sobre el propio trabajo. Me parece
indispensable tener claridad sobre la diferencia entre un cuadro y un ejercicio
de un cuadro, y trabajar en papel ayuda a delimitar esta jerarquía natural. La
conclusión es que los ejercicios en papel permiten una relajación y apertura
por un lado, y por otro un límite elemental que enmarca la exploración dentro
de lo que son solamente puntos de partida y no fines en sí mismos. Este
acercamiento a la pintura acepta la idea de un camino paulatino de aprendizaje
o descubrimiento de las propias capacidades de crear imágenes y es, por tanto,
el mecanismo opuesto a las tendencias posmodernas de cuestionar y problematizar
la pintura en sus principios fundamentales o tradicionales, como son el
desarrollar una destreza o maestría, o simplemente una soltura con la materia.
Para quien quiera explorar la pintura sin caer en la tentación
de causarle la muerte recurro a Cuauhtémoc Medina quien a pesar de abrazar
alegremente el fin de las artes tradicionales ofrece un consejo para pintores:
“En efecto, la amenaza que sufre el pintor contemporáneo proviene de un doble
escepticismo: la visión minimalista del cuadro como mera materialidad
desencantada, y la absoluta intercambiabilidad de las imágenes, sin importar su
condición fenomenológica y material. De ahí que la tarea de los artistas que
aún se conciben esencialmente como pintores es también doble: por un lado
tratar de rescatar la experiencia de seducción y convicción para la ilusión
pictórica, y por otro lado perseverar por medio de subterfugios conceptuales en
arrinconar al espectador a ocupar el espacio del efecto psicológico de la
pintura.”[2]
[1] http://www.sandra-del-pilar.com/ 17/05/2012
[2] Quedo debiendo la fuente exacta de esta cita. Es posible que esté en uno
de estos ensayos de Cuauhtémoc Medina del periódico Reforma http://www.arte-mexico.com/critica/cm.htm 29/05/2012
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