2.11.22

La experiencia en el Jardín de Arte Parque Antonia Labastida




Son tantos temas los que se pueden discutir cuando se trata de la venta de arte. 
Me corrieron, eso fue lo que pasó, del Jardín del Arte acá en Oaxaca y la razón es, al parecer, muy sencilla: la regla número uno para poder estar ahí y mostrar mis pinturas es que tengo que estar todos los días que "se abre al público". Es decir que si son, por ejemplo las fiestas de Día de Muertos, entonces hay que estar presente en el parque, toda la semana, y así con Navidad y Guelaguetza, etc. Y cuando no hay fiestas hay que estar con tus cuadros en un atril viernes, sábados y domingos. No puedo ir, por ejemplo, sólo los sábados. Me explicaron, aunque puede que yo haya entendido mal, o ellos no supieron explicarse, que esto de estar en ese lugar es un privilegio, y que hay que respetar. Respetar en este caso significa que no puedo ir cuando yo quiera, es decir, que no importa que yo trabaje de maestra de inglés o de lo que sea, para pagar las cuentas, es decir, tengo que dejar todo lo que tengo seguro para pagar las cuentas, por estar ahí de artista vendiendo mis obras. Así lo hacen todos, y así lo tengo que hacer yo también. 
En este paradigma del artista que vende en la calle, como en un culto religioso, si no te gusta te puedes ir. Y por eso es que otros artistas ya no pueden estar en el parque. Te castigan si no puedes hacer lo que ellos creen es fundamental para mantener el Jardín del Arte funcionando. Así lo confirmaron los artistas que están ahí, sobre otros que quisieron estar y no pudieron. Por esas reglas. No soy la única pues, que han corrido y este punto es importante porque es tentador pensar que me corrieron por ser mujer, hay sólo 2 o 3, o porque no hago magueyes. Tampoco es porque mi obra sea emergente, que lo es porque no tengo exposiciones individuales -otro tema que no va aquí-. Tampoco es porque tenga obra en las galerías, porque en este momento no hay obra mía en ninguna galería de la ciudad, otro tema que no va aquí. Para ser precisa, me dijeron que puedo llegar a ponerme, pero que si no hay lugar ellos me pueden decir que no. no queda claro, verdad? es decir, eres bienvenida pero si no hay lugar te quedas fuera. pues, ni modos que atropelle a alguien y lo saque a patadas para yo ocupar su lugar, no? qué raro, no? les digo, y puedo checar por whatsapp a ver si hay lugar? y ponen cara de no. básicamente o voy  y me arriesgo a que me digan que no quepo, lo que sería muy raro y por lo tanto dudo que ocurra. básicamente me están diciendo, puedes venir pero no eres como nosotros. o quién sabe qué pero nada agradable.


El asunto es que soy una pintora que no tiene todo el tiempo para estar en la calle mostrando y vendiendo y por eso, mejor me olvido de intentarlo. Y ahí debiera morir esto, no? pues no se muere en mi cabeza. No puedo dejarlo ir.


Ésta no es la primera vez. Igual pasó con el antiguo "administrador" del espacio y va así: el que logra negociar con las autoridades un acuerdo para que todos se pongan ordenaditos a vender, pasa a tener un poder para seleccionar quién vende y quién no. Y dejado a su suerte en el poder, pasa lo que ya se sabe, la gente se pone irracional, por decir lo menos. Argumentan una responsabilidad y un compromiso con las autoridades -quienes a su vez son gentes incompetentes que actualmente no han sido capaces de resolver el problema básico de la recolección de basura de la ciudad- para que el lugar sea mantenido limpio y libre de drogas (un problema del pasado que les pesa). Obviamente no hay nada escrito, nada formal, y las personas que están encargadas de administrar el parque no están para explicar nada que tenga que ver con los acuerdos con la autoridad. Me pidieron que done una obra mía y un 5% de las ventas. No entregaron ningún recibo por la donación de la obra, ni tampoco darán cuenta de lo que hacen con el dinero de esas ventas. Y van a tener problemas con eso, porque es totalmente irregular recibir algo sin dar un comprobante, aquí y en la quebrada del ají. Sí anotan los pagos del porcentaje de ventas, pero obviamente no pueden saber a cuánto se vendió lo que se vendió y esto que se supone que es importante lo tratan sin ningún protocolo.

Hay varios conceptos que están errados en esta concepción de lo que es un Jardín del Arte, pero la principal, creo yo, es la idea de que es un privilegio estar vendiendo en la calle. Este concepto no logro entenderlo. Dejando ese detalle sin debatir, nos pasamos a que ese privilegio te lo tienes que ganar haciendo el sacrificio de dejar de hacer cualquier otra cosa para tener dinero. Y bajo otro principio no debatible, tampoco puedes vender reproducciones digitales de tu obra.

Es confuso porque de hecho yo creo que obviamente es un privilegio tener otras opciones de venta. Y si tener opciones es privilegio, no podría serlo también la opción de no tener opciones. ¡uf! Como cualquier otro artista, yo puedo subir mis cuadros en Saatchiart.com y vender ahí, lo que hago. Puedo buscar una galería que me quiera en Oaxaca, Colima o dónde sea y me van a tomar mi obra a concesión, porque ya lo han hecho. Puedo no estar en este parque, si quiero. Entonces, ¿cómo puede ser un privilegio para mí? ¿Tengo que pensar que los otros no tienen las mismas opciones que yo tengo porque no saben usar la internet? ¿quién no sabe usar la internet? 

¿Y qué tal si lo que les hace ruido es que soy extranjera? ¿qué tal si, este es un caso de extranjerismo?

Volviendo al tema de las reproducciones. El rechazo a la venta de reproducción digital está obsoleto. Es un medio válido, digno, y comercialmente exitoso para un artista, y no es algo menor, presentar a la venta una reproducción al alcance del bolsillo de cualquiera. No, el arte no tiene que ser algo caro. ¿A quién le sirve esa idea? ¿con qué derecho limitan a los artistas? Es un prejuicio. ¿Por qué vender tan caro? Qué contradicción cuando se piensa que llevan la idea de que los artistas son unos irresponsables, drogos que no saben comportarse en la calle y necesitan una o más personas para que como un maestro o padre protector te diga dónde y cómo comportarte. Bajo el argumento de que no es posible que gente adulta, sensible y dedicada a su arte no es capaz de autogestionarse como grupo y se necesita una autoridad, dura y castigadora, un intermediario con la ciudad, para que como grupo, sean aceptados en la calle a vender. Un salvador del grupo, supuestamente, pero sin preparación alguna para comunicarse, establecer protocolos, imaginar el espacio para que sea incluyente, amable y solidario.

Me inclino por ver esto desde un punto de vista de artista local vs. artista foráneo. No es secreto que algunos maestros son celosos de su arte, de sus técnicas. Yo misma tuve que ganarme a mi maestro al estilo de Kun Fu, esperando y esperando hasta que quiera enseñarme. Por que no hay excusa, el conocimiento de las técnicas tiene que ser compartido. Y los grabadores saben eso y así son muy generosos. Pero no pasa lo mismo con los pintores. Y quizás son celosos de sus espacios también, y no los quieren compartir con extranjeras. 

Tal vez esta gente que vende en la calle cree que vengo a robar. Que vengo a aprovecharme. Un oaxaqueño es muy capaz de pensar que los extranjeros tenemos que pagar para vivir acá. Aparte de pagar el alojamiento y la comida debiéramos pagar un impuesto especial. Que si vamos a inspirarnos, y disfrutar acá, cuando al mismo tiempo nuestro ingreso viene de nuestra relación con ese más allá foráneo, entonces "no se vale". Si tienes ese privilegio de vivir acá por que ganas plata de allá, entonces eso hay que compensarlo. Tal vez, una manera de cobrarme es que yo tenga que hacer lo que se me diga. Que es lo que aplica para todos, y es lo que se ha hecho siempre y que no se puede cambiar aunque todos estén medio disconformes. Porque así se hace y si no te gusta te vas. Es la visión de un colectivo. Deben pensar que si no hacemos todos lo mismo entonces ya no seremos un colectivo. Efectivamente. 
Y entonces llegamos a que en realidad este no es un Jardín del Arte, o, habría que aclarar que este arte no se trata del arte de artistas sino del arte de artesanos, quienes realizan su obra dentro de un marco estético y sobretodo local. Los artesanos se defienden de las influencias extranjeras, se constituyen como grupo de ofensiva que gana la batalla en bola. Si alguien se sale de la formación, la formación se debilita. Pues, así no se comportan los artistas. 

En el contexto de las artes visuales y su historia hay un ir y venir de posturas extremas desde los que desarrollan oficios y técnicas alejados de lo personal (artesanos y diseñadores) y los que nos volcamos hacia adentro para sacar lo más individual de lo humano. Depende de la psicología del artista y de su carácter como también del lugar donde nació. Las contradicciones que surgen entre los tímidos que hacen obra personal son interesantes. Los extrovertidos que hacen artefactos prodigiosos se llevan los aplausos. Esa fórmula funciona.

El grabador me dice y su colega lo sigue: "yo no me llamo a mí mismo artista.  Yo tengo este oficio y esto es lo que hago". Y su ser único queda protegido, nunca expuesto al excrutinio del público. Lo que hace es hermoso o no, dependiendo de su técnica y maestría. Aunque su interior se cuela entre los trazos cuidados minuciosamente, ese no es el objetivo de su quehacer. Tampoco es fácil si ese es el objetivo: es más fácil, emocionalmente, dibujar un maguey. Un gatito o una chichona. Sólo hay que doblarle la mano a la materia. Doblarle la mano a las estructura mentales, a la tradición y a las creencias, es otra cosa mariposa.

Si decides ser artista, de letras o visual, significa que vas a estar en la frontera de lo social. Para crear vas a cuestionar la tradición, la religión y obviamente la autoridad. No lo digo yo, lo podemos ver en la historia de los movimientos de arts and crafts que se dieron en el mundo anglosajón. Por eso cuando una artista que se llama a sí mismo pintora va a EU, por ejemplo, se encuentra con que los gringos le dicen: ah so you are an artist! La sociedad misma te nombra. En latinoamérica hay como un pudor, una especie de vergüenza de la palabra. Acá en Oaxaca ni Toledo quería llamarse artista y lo matizaba con el apellido "visual". ¿Para qué o por qué? Y se han visto personajes muy tóxicos que se llaman a sí mismos artistas que han dado mala fama al nombre. Desde los que encuentran objetos y los ordenan por color y forma y así por el estilo.

Llamarse artista significa que tu carácter tiene que estar firme frente al instinto natural de la sociedad de aislar al que es diferente. Mientras menos civilizado el espectador, menos entiende el valor del humano que busca una nueva forma de ver el mundo. Si eliges ponerte una bata de doctor o un uniforme de bombero la aceptación y el amor van a fluir hacia tí. Si tomas la pluma y el pincel y te adentras al abismo de lo desconocido, cuando al principio tu obra no va a mostrar belleza porque para hacer algo nuevo y bello se requiere mucho tiempo; siendo así las cosas, como tu quehacer como artista no dará frutos en un buen tiempo, será tu carácter, y propia retroalimentación y con suerte tus colegas solamente, lo que va a sostenerte emocionalmente.

Hay un elemento de "váyanse todos a la mierda" que no puede faltar en el artista. Es necesario si la presión por unifromarte se siente muy fuerte. Por supuesto que está el otro lado de la moneda que es el que te jala hacia hacer cosas para complacer. En nombre de este concepto tan ninguneado como poco analizado, se siente una atracción por hacer arte feo para librarnos de parecer una señora que pinta los domingos. Y cuando se pone de moda el arte feo y lo haces por complacer, entonces no sabemos ya, quién se está llendo a la mierda.