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25.4.12
10.4.12
Entrevista a Daniel Lezama - sobre lo Fantástico en su pintura
Entrevista a Daniel Lezama
por Cristina López Casas en el taller de Daniel Lezama en la calle de Luis Moya
en el centro histórico de la ciudad de México al 22 de febrero, 2012.
C: Esta entrevista no pretende cubrir todos los
aspectos de tu pintura, ni tampoco necesariamente los más importantes sino sólo
los relativos a la fantasía para mi tesis de maestría: el arte fantástico de
México. Me voy a referir a algunas
entrevistas antiguas y escritos de catálogos.
Alegoría
de la bandera. 145 x 190, 2004
C: El color del cuerpo: Te has referido al color de la
bandera y dices que es el color de la carne. ¿A qué te refieres con eso? ¿Qué
representan los cuerpos pintados de otros colores: blancos, rojo, azul, verde?
Es una leve transgresión a la representación del cuerpo, ¿qué quieres
significar con esos cuerpos pintados?
D: Para empezar yo creo que el cuerpo dentro de la
pintura es una tela donde se pinta, y hay una metáfora en pintarlo adentro del
cuadro, donde es el personaje que está pintado pero al mismo tiempo representa
ese color. Si tú ves que simbólicamente la bandera mexicana está marcada por
tres colores, esos colores tú los puedes activar como personajes. En realidad
lo que estoy haciendo es activando los colores, no tanto los personajes. No es que
disfrace mis personajes de cierto color: a veces para mí el hecho de pintarlos
como si tuvieran pintura corporal es un mecanismo para encarnar un símbolo o para
encarnar una cosa abstracta o para generar un elemento visual que sería el
color.
El acto de pintar es un
acto amoroso, el acto de pintar los cuerpos también. Es un acto que tiene, en
algunos de mis cuadros, un carácter sensual, un carácter sexual, un carácter afectivo.
Hay un cuadro que se llama “Tonantzintla”, que vale la pena que veas si no lo
tienes familiarizado. Es la virgen pintando a los niños de Tonantzintla de
colores. Creo que ese es un cuadro seminal o muy importante en ese tema. Uso
los cuerpos pintados como una herramienta más dentro de un esfuerzo de alegoría
y de metáfora, que es lo que yo siempre he trabajado. Evidentemente eso sucede
enteramente en mi cabeza, entonces puedes llamarlo un tema fantástico, como
todo lo que pinto (risas).
La giganta II, 120 x 90, 2000
Adolescente
personificando una casa, 150 x 130, 2000
El
rumor de las islas, 120 x 90, 2010
C: El tamaño del cuerpo de la mujer: Esta es una cosa que
tradicionalmente se asocia con lo fantástico, que es el cambio de tamaño: el
cambio de escalas. “La gigante”: ¿de qué se trata este cuadro, es una diosa,
una idealización o engrandecimiento de la mujer? ¿Es una idea sobre la mujer o
podría haber sido un hombre y el género no es tema aquí? Igual en el cuadro, “Adolescente
personificando una casa”, es una mujer-casa. ¿Qué ideas de la mujer te llevaron
a estos cuadros que engrandecen a la mujer? También en la serie de “los
viajeros” está la mujer en la playa mirando al hombre chiquito.
D: El tema de la mujer gigante es un tema que no
solamente corre por mi imaginario sino por muchos imaginarios occidentales y no
occidentales. Hay personajes, creo que es en Covarrubias: “la mujer montaña”.
Hay toda una mitología de la tierra como mujer, y la mujer puede ser
representada exagerando esos límites. Yo a veces he usado el gigantismo o el
cambio de escala como una forma de enfatizar emocionalmente ciertos temas. La
ruptura de escalas es uno de los derechos que te da la pintura porque no estás
representando nada real. Es un mecanismo eminentemente pictórico. Se puede
hacer cinematográficamente pero eso es otro lío.
C: Muchas veces la pintura le gana al cine en las
posibilidades que tiene…
D: La pintura en general, tiene de entrada la opción
de representar cosas reales o no, pero también de manipularlas como la
fotografía y la mediática no tienen. Yo creo que la pintura tiene la capacidad
fantástica más grande, con excepción de la literatura, de poder crear mundos y
atmósferas y situaciones donde el artista decide el posicionamiento, la escala,
incluso la situación misma. Si yo pinto una escena que no he fotografiado ni
visto ya estoy automáticamente entrando en un terreno fantástico, en un terreno
de creación. Yo le llamaría criatura; no sería tanto una cuestión de fantasía
sino de creación. O sea, Para mí hay algo orgánico en el cuerpo de la pintura. Es
tan fantástico como supongo que es tener un hijo, yo no tengo hijos, pero
supongo que puedes decir que generas algo que toma vida propia, fuera de ti.
Eso evidentemente no es objetividad, no es realismo. Yo muchas veces he
definido mi pintura como naturalista, porque parece natural, pero a la vez
fantástico. O semifantástico, o que simplemente tiene componentes que te llevan
al simbolismo o a metáforas.
La palabra fantástico
siento que se refiere mucho ahora a cierto tipo de ilustración, ¿no? digo, la
palabra fantástico se usa cuando se habla por ejemplo de Boris Vallejo… por eso
es que yo no uso tanto el criterio de fantástico…
C: Sí, pero yo quiero cambiarle ese uso, es una muy
buen palabra…
D: Está echado a perder su uso. Se refiere a un
género.
El
árbol del color, 240 x 350, 2010
C: El cuerpo flotando, levitando, volando
en “El árbol del color”. En este cuadro estás como un aparecido, con tu plato
vienes a buscar el color.
D: O yo surjo del color. Esas lecturas me gustan
porque cada una de ellas te plantea como una faceta diferente, como un prisma.
Yo no puedo ver más que una de esas facetas de mi fantasía o de mi visualidad,
y otras personas siempre van a ver otras cosas que yo no veo.
Pero ¿de dónde surge?, si
te fijas hay una composición pentagonal en el cuadro, donde todo es un ciclo, y
yo soy uno de los eslabones de ese ciclo. No soy el producto final ni el
principio, sino soy un eslabón más en un ciclo interno de energía que surge del
color. Ese cuadro en particular es muy importante porque habla del origen de
ciertas encarnaciones, que yo llamaría encarnaciones a los personajes, estos
pintados, que son al mismo tiempo como un performance,
o representantes de cosas, pero al mismo tiempo son personajes que están
definidos por su color.
C: ¿Quién es el personaje con el poncho o rebozo?
D: Es Johann
Moritz Rugendas. El pintor que vino
aquí a México a descubrir el paisaje mexicano. Es el santo patrono de mi serie
de los viajeros. De hecho, yo me autorretraté como él.
C:
No entendí ese aspecto por estar enfocada en la fantasía…
D:
Pero la historia siempre enriquece las posibilidades de tu vuelo creativo. O
sea, todo lo que es referencial, mientras más lo es, más fantástico es. Aquí
mientras tienes la capacidad de observar algo existente, más capacidad tienes
de imaginar cosas inexistentes. Hay un eco entre lo real y la capacidad de
memoria visual, de representación, de capacidad técnica, la capacidad de tener
una visión literaria o de observar o conocer narrativas diferentes: todas son
herramientas que a mí me sirven para crear cosas imaginarias, o fantásticas,
llamémoslo así.
C: El cuerpo de la mujer representando el
vientre en forma de globo terráqueo,
qué significa, para ti…porque yo puedo inventar y decir que es de nuevo la
madre tierra…de ahí venimos todos, es el mundo…
D:
Es que todas esas interpretaciones le pegan prácticamente en eso. Sin embargo,
en cada caso, en cada pintura tiene un componente y una posición diferente. Lo
que tú ves es lo que obtienes, o sea what you see is what you get, es evidentemente
lo que está en la pintura. No te puedo decir algo que no esté en lo que tú
puedas ver.
C:
Ok, pero de hecho sí puedes. Por ejemplo, tuve que averiguar quién es
Catherwood. Veo al tipo ahí, pero era todo un personaje. Interesarse por la
historia de él…
D:
Pero ahí te va, es justamente cómo la realidad y los hechos reales no se
contradicen con lo fantástico, son intricados.
C:
En tu pintura…
D:
Y en general, la vida. Lo que pasa es que nosotros tenemos que dar un salto de
fe, o un salto de pensamiento para pasar de lo anecdótico a la creación. O sea,
ese salto de fe es lo que genera el arte fantástico. Y también te voy a decir
una cosa, mientras más basado esté en lo real, más puede pasar lo que llaman la
suspensión del descreimiento, the suspension of disbelief, que es el
meterte en la obra y sentir que estás ahí. La gran pintura, el cine, la gran novela
hacen eso, te meten ahí y al punto de que incluso en alguna ocasión yo creo que
no puedes ni salir, ahí te quedas.
La
insolación de F. Catherwood en Palenque,180 x 140, 2011
C: El cuerpo deformado. Sobre los pequeños seres en el
cuadro “La insolación de Catherwood en Palenque”…
D: Ahí te puedo decir específicamente qué es. Es una
explicación un poco burda, pero… cuando Catherwood y Stephens van a las tierras
ignotas de Yucatán ellos descubren, literalmente, la realidad de una forma de
pensar y sentir y dibujar, la de los mayas. El talento de Catherwood consiste
en haber descubierto el enlace que hay entre las formas orgánicas de esos
dibujos y lo orgánico del entorno. Los otros dibujantes previos, que fueron y
trataron de dibujar y no lo lograron, lo hicieron como si fueran antigüedades
romanas o griegas. Es que el dibujo maya, la representación maya es orgánica,
están basadas en formas de semillas, de ramas, de las guías de las plantas: son
los pictogramas.
Voy por un libro
(Incidentes de viaje en Yucatán, John L. Stephens). Este es un catálogo… fíjate
como está construida la línea maya. Estas son copias de Catherwood del dibujo maya.
Son tan perfectos que los arqueólogos actualmente completan sus propios
dibujos, de las cosas que quedan actualmente, con los dibujos de Catherwood. Se
han perdido muchas cosas: se han perdido colores, se han perdido áreas de
estelas y fue tan preciso lo que él hizo. El logró redescubrir cómo se trazaba.
Mira los pictogramas cómo están hechos…
C: Estos sí los he copiado pero no sé a qué se
refieren… ¿está basado orgánicamente?
D: Nadie sabe a ciencia cierta a qué se refieren.
Están basados formalmente… Es que ahí te va: uno de los temas de mi pintura es
el tema formal, o sea, el tema de la forma de las cosas. Lo que hace que sea
imposible casi copiar los dibujos mayas es que son formalmente de otro lugar,
como la Coatlicue viene de otro lugar, como los dibujos chinos vienen de otro
lugar. O sea, provienen de una forma de ver el mundo distinta. La alucinación y
el sufrimiento de Catherwood estando ahí en la selva, picoteado de moscos, a cuarenta
grados, a veinte días del médico más cercano, o sea… Imagínate las
alucinaciones de estar ahí, viendo y aprendiendo de nuevo, a ver la línea
serpentina: la línea de las serpientes, la línea de las guías de las plantas,
las semillas, los guijarros, las piedras, la forma de los cuerpos de las gentes
que encuentras y ves en esos entornos, las deformaciones rituales que hacían
los mayas con los cuerpos, incluso la amputación y la mutilación. De ahí se
basa el alucine, que es “La Insolación de Catherwood” en esos cuadros, o sea,
que tiene que ver con que la forma de lo que estaban haciendo hacía eco en la
realidad, y la realidad hacía eco en esas formas.
C: O sea, sí hacían amputaciones… de ahí partió…
D: Sí, por supuesto, pero yo estoy exagerando: hay
una figura que está partida en dos. De hecho, el dios Pakal viene cargando al
dios Ki que es el dios de la noche, que es como un niño con un brazo de
serpiente, que es el que aparece en mi cuadro como una especie de encarnación
de un mito. Lo que pasa es que, de alguna forma, es hasta casi demostrativo…
mira aquí está (mostrando el libro Incidentes de viaje en Yucatán, John L.
Stephens), aquí está cargando al dios Ki. El dios Ki tiene una pierna que es
una serpiente pero también puede ser un falo. Y hay otra representación en que
aparece con seis dedos, y no aparece con cabeza. En mi cuadro Catherwood se
representa a sí mismo como Pakal.
No tiene importancia eso en
términos absolutos, o sea, tú puedes leer la imagen sin necesariamente entrar
en esos detalles, o puedes enriquecerla con esos detalles y entrar en otros
territorios, ¿no?
Pero él (Catherwood) llega
a eso sin saber nada, igual que tú. O sea, él llega a eso, y ve eso, y alucina.
Estoy repitiendo un poco una cosa que pasó, pero es un mecanismo que creo que
está dentro de mi trabajo, de descubrir cosas y luego mostrarlas.
C: El cuerpo desnudo. En una entrevista en “La Jornada” hablas de la
posibilidad del género del desnudo; de “leer el desnudo desde otros lugares de
la pintura”. Lo relacionas con la libertad y las promesas de la pintura,
también con un código. ¿Podrías explicar un poco más esto, por favor?
D: Cuando me refiero a un código estoy pensando en
que es una de las tantas formas en que se nos ha enseñado a ver la pintura. A
su vez, la pintura nos ha enseñado a ver a occidente en los últimos quinientos
años, el cuerpo de cierta manera: la forma en que un cuerpo está presentado,
interpretado, leído, estilizado, o no estilizado, idealizado o no. ¿Cómo lo
acomodas? ¿Qué tan consciente está ese cuerpo de ser visto, dentro de la
pintura, por parte del artista? ¿Cómo lo representas: como personaje consciente
de estar siendo visto, o como inconsciente de estar siendo visto?, ¿qué es lo
que está haciendo ese personaje desnudo, está haciendo algo propio de su
desnudez o está haciendo una actividad de otro tipo que podría sorprender que
estuviera haciendo desnudo? Por ejemplo, estar en una oficina tecleando en una
computadora desnudo, que sería algo que no harías normalmente. O estar en una
situación de representación simbólica donde el desnudo tiene más cercanía de
códigos como estamos acostumbrados a ver en la pintura occidental, como un dios
o un primitivo, etc. O sea, hay muchas formas de codificar eso y yo creo que la
pintura es en gran medida responsable. La pintura no es representacional,
aunque lo parezca, pero no es representacional porque finalmente acabas
representando interioridades. Lo que hacen los códigos es que nosotros tenemos ciertas
formas de entender lo visto que están determinadas y enriquecidas por la
pintura.
Paul
Rubens, Sátiro y muchacha
A mí, por ejemplo, siempre
me fascinó un cuadro maravilloso de Rubens, que es un cuadro secundario que
poca gente conoce, que es un cuadro de un fauno y una campesina. He usado
muchas veces ese cuadro de ejemplo para explicar mi trabajo. Están puestos uno
junto a otro, están parados y la campesina está cargando una cesta de frutas
acompañada del fauno, el fauno también está cargando la cesta. El fauno tiene
cuernos y tiene barba, está desnudo hasta la cintura, ves el cesto y ya. La
campesina está vestida de campesina. Y los dos están pintados como si fuera un
retrato de pareja. ¿Qué es lo que hace que ese cuadro sea realmente explosivo y
sorprendente? Que el código del retrato está violentado porque está metido un
código mitológico, ¡porque está incorporado un personaje fantástico en un entorno
cotidiano! Cuando tú tienes un fauno, que no existe, y lo representas como si
pudiera existir, es perfectamente creíble. Es más, yo creo que si un día llego
a ver un fauno no me voy a sorprender, porque he visto tantos faunos en la
pintura que eventualmente cuando vea uno voy a decir, “ah, es algo familiar, no
es la primera vez que veo uno”, sin embargo, bueno… Una pareja de campesinos
cargando su cesta de frutas solo sería un cuadro de género, sin embargo aquí
parece un retrato de pareja y un cuadro de género costumbrista y también es un
cuadro mitológico y también fantástico y también puede ser alegórico: a lo
mejor el fauno está con la campesina porque ella representa la fertilidad
femenina del campo y el vigor de la naturaleza, por decir cualquier cosa. O la injerencia
de la naturaleza en la civilización. O el vivir en el borde de ambos mundos. O
simplemente es una maravillosa fantasía social, sexual, visual.
¿Ves como está usando
Rubens los códigos de la pintura? Y eso que apenas tenía cien años de existir. En
esa época se habían estado usando los códigos a mil. Y esa es una cosa que
nosotros hemos perdido la capacidad de hacer; como sociedad en el siglo XX,
hemos empobrecido los códigos… pero están todavía disponibles y están todavía
operando en nuestro inconsciente.
Cuando yo hago esto (apunta
a un cuadro suyo enfrente) la gente enloquece porque se detonan cosas que están
en la memoria colectiva de occidente. Es una caja de herramientas, así lo veo: con
ella puedes decir y hacer cualquier cosa.
Carnada
en la casa del adivino, 170 x 135, 2011
C: El cuerpo con mensaje. Lo fantástico como imagen
necesariamente tiene que construirse racionalmente y más si hay una intención
de significación, de mensaje.
D: Más o menos. Uno de los temas de mi trabajo es que
mi parte racional es la que enmarca, la que establece una serie de parámetros
de trabajo para fijar unas energías que vienen de no sé dónde. Y esa es la
parte irracional. Es decir, los componentes esencialmente son irracionales pero
mi forma de armarlos en la pintura, de usar el esquema pictórico y de ser
consciente de los usos de la pintura, es racional. Pero de donde viene ese
material y lo que sale, es algo no racional. Yo diría que dentro de mí no
solamente hay algo fantástico que está por representarse, hay algo que no es de
este mundo, o que es de este mundo pero que sale de una forma que yo no conozco
y que tengo que poner aquí, y darle forma yo. Son energías y son materiales que
salen y que yo tengo que moldear. El moldeo es racional, la otra parte no. Eso
es crucial en mi trabajo de pintor, o sea mi trabajo de pintor es el de abrirme
para dejar salir esas energías internas, que son probablemente energías
colectivas, energías arquetípicas. Tengo que volverme una puerta, un umbral por
donde pasan cosas, pero claro, yo como puerta puedo regular cómo salen y a
dónde salen. O sea, yo las pongo aquí (apuntando a la tela enfrente), yo no
escribo libros, yo no pinto otro tipo de pintura, yo no hago video, no hago
cine, etc. Yo hago esto y tengo que regularlo a través de las herramientas que posee
la pintura.
Y sin embargo, yo no puedo
dar una explicación completa de lo que está pasando aquí. Este es una especia
de ciclo del carbón (“La carbonera”, el cuadro que tiene enfrente): puedes decir
que es un cuadro científico y también que no lo es. Es un cuadro que tiene que
ver con el paso del bosque al carbón. Pero es enteramente fantástico. La
explicación que te puedo dar, te puede dar una sensación de entendimiento y a
lo mejor te detona a ti, si el cuadro se llama de tal manera… Una cosa muy
importante aquí es el título de un cuadro. El título de un cuadro complejo,
alegórico o personal, es muy importante porque es una guía. Yo te voy dando una
pistita para que tú te lances dentro del cuadro: una mochilita con un poco de
agua y unas curitas, y a ver si tú te lanzas y a ver qué encuentras.
Ofrenda
en la casa del adivino,170 x 135, 2011
C: El cuerpo revalorado, “recargado” de temas mexicanos.
Dices que lo que haces es lo opuesto a los objetivos del arte contemporáneo que
expresa un rechazo a su identidad. ¿Existe una relación, entonces, entre lo
imaginario y el descubrimiento de la identidad? ¿Es la fantasía una manera de
construir identidad? Ves que existe este mal entendido, de que la fantasía no
te lleva a entenderte a ti mismo…
D: No al contrario: la identidad es un constructo
imaginario. O sea, no existe la identidad, somos seres humanos caídos en la
superficie del mundo ¡y ya! Si nosotros nos construimos una identidad como
mexicanos o como chinos o como africanos o lo que sea, la estamos construyendo
a partir de una filtración imaginaria de hechos reales, de entornos.
La cultura la integra el
paisaje, el pasado, el clima, pero todo eso se integra de forma imaginaria. Tú
no puedes decir que objetivamente la identidad de México es el águila sobre un
nopal, no. Hay México y hay águilas, y hay nopales: su conjunción simbólica es
otra cosa. Y ¿cómo interpretas en pintura figurativa la conjunción simbólica de
un emblema plano? Pues entonces lo desdoblas. Yo empiezo a desdoblarlo: el
águila es un caballero águila, la serpiente es un falo, de pronto los colores
se dividen en personajes. De pronto la isla es un cajón, o el lago es un
charco, o es el foso de un castillo, o es un fluido corporal... Para mí, no es un
pretexto para jugar, porque sería como tonto decirlo así, sino un pretexto para
entender. Jugando sí, o sea, haciendo locuras, haciendo lo que no se había
hecho antes, lo cual en sí es una locura. Cualquier pretensión de originalidad
es delirante. Hacer algo que no se ha hecho antes, aunque se haga sin intención
de ser el primero: estás siendo loco.
C: Así parece, sin embargo, no. Porque lo puedes leer,
tiene toda una significación que te llena, te enriquece…
D: Te aterriza…te conecta…
C: Sí, te conecta con la historia…
D: Te conecta, pero estar conectado con ciertas cosas
es una locura. Estar conectado con ciertas cosas es peligroso, es sucio, es
demente, es extraño, es no entendible, es incorrecto, no entra en un discurso rescatable
socialmente, etc. Hay muchos territorios.
C: Es para el que está dispuesto, ¿no?
D: Pero también para disponer a otros que no están
dispuestos.
C: El cuerpo en el proceso de crear la fantasía. Haz
dicho que los temas salen, pero en tu caso no salen de tu mano, como diría Toledo,
por ejemplo…
D: No, de mi mano no.
C: Podríamos decir que esta pintura que… ¿la llamaremos
clásica?
D: Académica.
C: Esta pintura académica tiene un proceso más largo
de producción, o más calculado, ¿cómo lo describirías en relación a la fantasía
que se descubre en la manchas, en los garabatos? Porque la fantasía tiene ese
otro camino, ¿no? Estás en un lugar donde no diriges tanto racionalmente el
mensaje.
D: Es muy interesante. Un artista como Toledo, que yo
respeto y no solo respeto sino que admiro, tiene una noción que prácticamente
podríamos llamar prehispánica de hacer arte. Por ejemplo, Germán Venegas
también lo hace. Germán Venegas y Francisco Toledo son dos artistas que yo creo
que son la vanguardia de lo que podríamos llamar una la forma artesanal de
hacer arte, que no es la occidental, que es la del México moderno pero que no
exactamente la occidental.
En épocas de antes de la
conquista se decía que un artista bueno era un corazón abierto, y un artista
malo era un corazón amortajado, estaba amarrado, o sea no podía dar ni recibir.
¿Quién hizo la Coatlicue?
La Coatlicue,
si fuera producto de un escultor contemporáneo, en la noción de escultor que
tenemos en occidente, sería interesante. La Coatlicue es producto de
un individuo o de un pequeño grupo de individuos que generan una imagen que
representa una colectividad a través de sus estructuras, codificaciones, de
dibujo, de estereotipos, esquemas de representar: ¿cómo representas una cabeza
de serpiente, un chorro de sangre, cómo representas un corte, un hueso, un
pectoral? Es un objeto que es más que una obra de arte, que rompe la idea de
obra de arte y la supera.
Yo creo que Toledo hace
eso. Lo que él hace tiene que ver con energías que pasan por su mano,
efectivamente, pero ya para que ni siquiera pasen por su cabeza y entren por su
mano: a mí me causan admiración extraordinaria. Sin embargo, yo siento que lo
que estoy haciendo en términos de la pintura es, no tanto entrar en ese grado
de inconsciencia, sino darle el formato de lo que estamos hablando: el formato
del código, el formato de la lectura, el formato de la complejidad visual, el
sentido que puede tener armar una pintura con una imagen que surgió de la misma
manera que le surge a Toledo. Cuando la elaboro no tiene ya la inmediatez “comunitaria”
de lo que hace Toledo o Venegas, o lo que haría un escultor pre-hispánico. Y no
aspiro a eso porque tampoco mi temperamento es ese.
Otra cosa: tú tienes que
conocer tu propio temperamento. Una de las tareas del pintor no es tanto
impresionar a la gente y estar en las bienales, sino en conocerse a sí mismo. O
sea, lo que tú estás haciendo te enseña cosas de ti mismo que a veces tú no querrías
ni saber. No a nivel de psique sino también a nivel de lo que eres: tus límites
y cómo puedes vivir…
C: Tus creencias…
D: Tus creencias reales. No las creencias adquiridas,
de “hoy se me antoja creer en esto”, no. Sino “esto es en lo que yo siempre he
creído con fe desde que nací, pero no sabía y no quería saberlo”. Te acercas a
lo incontrolable siempre, te acercas a lo predestinado, o sea te acercas al
destino. Todo el tiempo estás en contacto con cosas que tienen que ver, no con
decisiones, sino con situaciones que están ahí desde antes de ti mismo, y eso a
lo mejor te hace, yo siento que sí puede en un momento dado, hacerte un hombre
más sabio, pero también bastante devastado, ¿no?
C: El cuerpo y los incidentes. Sobre “Otros incidentes de
viaje en Yucatán”. Catherwood, el explorador y dibujante, y Lloyd Stephens el
explorador y escritor son hombres difíciles de impresionar, muy conocedores del
mundo y de la literatura…
D: Ellos ya habían viajado por el Oriente medio. Y no
hay que despreciar a Stephens, por ejemplo, que fue un escritor que escribió el
mayor best seller de libro de viaje del siglo XIX. Y no es poca cosa: era un
Stephen King del siglo XIX.
C: Lo que sabemos de las impresiones que se llevaron
con sus descubrimientos son fuente para contar una historia que habla de
choques de civilizaciones.
D: Ajá.
C: Este es un cuadro que trata de una fantasía
histórica. Veo el hilo que me conduce a la literatura, a las palabras, y hasta
las letras que están colgadas ahí (en el cuadro)…
D: El oráculo dice ORACLE y dice RIDDLE, las
dos palabras caen en un pozo.
C: Este cuadro muestra que la pintura está más libre
que el cine, por ejemplo, para contar una historia, ya lo dijimos. Está más
cerca de la literatura porque permite la suspensión de la incredulidad y al
mismo tiempo deja muchos espacios a la reconstrucción hecha por el propio
espectador del cuadro…
D: …todo el espacio que quieras.
C: Entonces tienes esa sensación de que estás leyendo
un libro de historia…
D: Se va publicar un libro sobre “Los viajeros” en Alemania
y escribí algunas cosas…
C: …Me encanta como escribes, realmente creo que
reproduces lo que ocurre en cuadro…
D: …Lo que ocurre dentro de mí. Porque hay cosas que
aparecen en el cuadro y no aparecen en los textos, y hay cosas que aparecen en
el texto y no aparecen en el cuadro. Es como una especie de prosa paralela,
medio poética, que tiene que ver con las sensaciones que tengo cuando lo estoy
creando. Pero no es una descripción nunca, es como una narrativa.
C: Entendiendo cosas complejas, conceptos, por medio
de analogías visuales: y entiendo lo que sintieron los exploradores que
llegaron a México hace casi doscientos años.
D: Analogías visuales: acabas de decir a lo que me
refería con el dibujo maya y lo que debe haber sentido Catherwood cuando estaba
copiando y aprendiendo esa nueva forma de ver. Las analogías visuales es justo
lo que yo estoy manejando en todo el grupo de “Los viajeros”.
C: A partir de ese hecho es que se me antoja concluir
que el arte fantástico es arte conceptual. Aquí está la prueba: El cuadro es una
analogía, ¿no?
D: Así es.
C: Es decir, el cuadro “los incidentes” es una
historia, es un cuento, es una fantasía. ¿Ok?
D: Sí.
C: La fantasía te remite a los conceptos, la literatura,
¿no? una idea, un cuento, ya estamos en literatura, pues ya estamos en los
conceptos. Así tienes que ese cuadro es conceptual, ¿estás de acuerdo?
D: Sí, definitivamente. Lo que pasa es que como en
todo, conceptual es simplemente una
muletilla, o como decir “no conceptual”, o como decir cualquier cosa. Con lo
que se ha cargado eso, la palabra conceptual, es con la noción de cierta forma
de arte que debe estar regida por una plataforma teórica que es más importante
que el facto, que el resultado. O sea el arte conceptual se basa en la idea de
que el resultado es derivativo de la idea que lo rige y que es nada más un
subproducto. Incluso puede ser documentación o puede ser un múltiple. Es la
idea de que lo que tú estás viendo es menor a lo que se pensó, a lo que un
artista genial elucubró, en su cabeza, y que eso es más relevante que cualquier
otra cosa que se resulte de ahí. Por ejemplo si tú quisieras ver la textura de
una pieza de Rubens nada más te dicen: “no, espérate, eso es accidental: lo
importante es lo que pensó cuando hizo la pieza, donde la iba a poner, etc.”
La pintura no opera así. Es
lo contrario, yo te estoy diciendo como autor: no importa lo que yo haya
pensado cuando hice eso: lo importante es lo que tú pienses. Y de hecho
la realidad de las cosas va a la larga a darme la razón en eso porque lo que la
gente ahorita escoge ver es diferente a lo que yo pensé; entonces, soy
anticonceptual. El artista conceptual trata de que su pensamiento, su reflexión
y su teoría no sean violentadas por el espectador, y se adelanta a agredirlo y
hacerlo menos, le dice “tú estás malinterpretando y eres un idiota, como
espectador”. Por eso el espectador se siente vulnerable frente al arte contemporáneo,
porque no sabe si está adivinando o no, la pendejada que el artista quiso hacer
o no.
En cambio aquí (apuntando a
su pintura) tú como espectador tienes la razón siempre. Cuando tú estás
haciendo otro tipo de arte que no tiene que ver con el autor y sus reflexiones,
el que tiene la razón siempre es el espectador, y el vulnerable es el artista.
Y por supuesto el establishment que
lo quisiera sustentar. ¿Qué más vulnerable que el establishment de la restauración francesa que hace salones con
Bouguereau y que tiene que decir a la gente “esto es lo que ofrezco”? ¿Qué dice
el público? El público camina, ¡y si quiere se voltea y se va! Esa
vulnerabilidad nunca más se volverá a tener: el arte del siglo XX se blindó para
no tener esa vulnerabilidad. Y ciertamente yo me estoy poniendo de pechito para
que me den un madrazo todo el tiempo. Eso es lo que yo quiero permitir al
exhibir. Yo me estoy abriendo de capa, incluso en una entrevista. No estoy colocándome
en ninguna posición de fuerza como artista, ninguna. Y al mismo tiempo sí. La
capacidad de hacer esto (el cuadro enfrente), no es cualquier cosa. ¡Sin
embargo eso no significa nada si tú no lo ves y lo vives!
C: Yo lo veo.
D: Mucha gente lo ve. Pero el establishment artístico se ve vulnerado cuando llega a mi obra.
Muchos curadores me han dicho que admiran mi trabajo, pero jamás lo colgarían.
Ni siquiera porque les resulte repugnante, sino porque no pueden compaginarlo
con lo demás que están proponiendo. ¡Es como si de pronto una fábrica de
tanques empezara a hacer bicicletas! O al revés.
C: Yo le veo tantos aspectos, que no necesariamente
se relacionan con lo que quiero hablar en mi tesis. Por ejemplo, se me hacen
didácticos, educativos…
D: Son didácticos de lo fantástico, educativos de lo
fantástico.
C: En el sentido de que yo los pondría en un colegio…
D: De hecho espontáneamente, cuando yo hice la
exposición “Una visita al Valle”, en galería OMR en 2006, varios maestros de
escuelas públicas mandaron a grupos de secundaria a ver mi exposición. Había
sábados donde no podían cerrar la galería porque se juntaba grupos, hasta cien
o doscientos chavos de secundaria se juntaban a ver la exposición. Y los
mandaban a ver mis cuadros y escribir sobre ellos y a ver qué pensaban. Esa es
una cosa que yo no generé, ¡lo generó un maestro que lo vio!
Digo, la reacción del
público a mi trabajo ha sido tremenda, siempre ha sido tremenda. Un amigo mío
que es de Azcapotzalco, Erik Castillo que ha escrito muchas cosas sobre mi
trabajo, me refirió de una muchacha vista en la calle, de unos 15 años, que
traía metidos en el plástico en la tapa de su cuaderno fotos de mis cuadros.
Gente que nunca ha tenido ni va a tener nada que ver con el arte,
afortunadamente, pueden hacer eco de una validación, pasión, identificación o
entendimiento dentro del recinto de mi trabajo. Yo con eso me doy por servido.
C: Yo como extranjera empatizo con la visión del
extranjero…
D: México es fascinante. Te voy a mencionar una cosa,
que no va con tu tema si quieres, pero México es un ejemplo de que hay lugares
magnéticos en el mundo, de que hay lugares que se cargan de energía y que se
cargan de una serie de cosas…
C: Estás hablando como chileno, los chilenos también dicen
eso…
D: Sí, pero es mentira. (risas)
C: Yo soy mexicana por elección, yo siento aquí una
atracción impresionante por este país…
D: De entrada es la complejidad. De entrada es el
hecho de que en su historia fuerzas contrarias se unieron, se reconciliaron,
aunque parezca que no…
C: Absolutamente.
D: Aquí se dieron entendimientos de las relaciones
humanas como en pocos lugares se ha logrado.
C: Hay una sabiduría de las relaciones.
D: Hay una sabiduría concreta y contundente.
C: Es muy contradictorio porque con toda la violencia
que hay, ¿cómo le explicas a alguien de afuera que aquí la gente se sabe llevar
bien? (risas).
D: Te voy a decir una cosa muy grotesca, no lo voy a
hacer público, pero lo puedes poner aquí si quieres: la violencia es una forma hasta
cierto punto correcta de resolver los problemas.
C: Funciona con los niños no te quepa la menor duda.
D: Hay problemas que no se pueden resolver de otra
manera, porque está escrito así desde su origen. Si México está como está, es
por una buena y real y terrible razón. Me horroriza que sea así pero está
predestinado a que nuestro mundo se esté desintegrando como está
desintegrándose (desde) hace unos cinco años, tiene una razón de ser que la
puedes ver desde “El vértigo del mediodía” de los indígenas que describió Paz,
desde la forma que se construyó la
Colonia, desde cómo en el imaginario para ser inocente tienes
que morir. Si conoces la historia de México, entiendes lo que está pasando
ahorita. Lo que pasa es que la gente no entiende el horror porque no quieren
saber qué pasó antes. No saben cuál es la historia imaginaria que nos guía por
dentro y que hace que un hombre pueda ser el mejor padre para sus hijos,
amoroso marido, y luego salir y matar a setenta personas que tiene secuestradas,
o convertirlos en pozole, y en su casa ser una persona perfectamente normal.
Para entender eso tenemos que entender la complejidad y la historia de ser
mexicanos. No es una justificación ¿eh?, es que simplemente las cosas son así
por una razón: terrible, atroz, está escrito en sangre.
C: Le Clézio escribió un libro sobre México, “El
sueño mexicano”, que te transporta a esta vida precolombina espiritual, en
donde no estaba separada la divinidad de lo terreno.
D: Ese tema también es un tema que puedes llamar
fantástico. Si tú no crees en los dioses o en Dios, eso es fantasía. Si yo
pongo esas figuras gigantes en las montañas, son dioses. Y son transparentes.
C: El cuerpo divino. Sobre el cuadro “Guadalupe
Tonantzin”. No igual a lo que hace Courbet porque en tu cuadro se trata de este
asunto de ver a la virgen de Guadalupe en objetos ordinarios, manchas en la
pared, frutas, verduras, etc. Hace referencia a las visiones de la virgen, que es
una referencia a la fantasía en la espiritualidad.
D: Totalmente, San Juan de Patmos…
C: El concepto de la divinidad y la sexualidad, y
viceversa…
D: Es que históricamente en México, sin que yo haga
nada como artista, eso ya está pasando. Tú tienes una imagen, que si tú… (mirando
alrededor) ¿Dónde está mi Virgen de Guadalupe? Creo que la dejé en el otro lado
del taller. Mira, tú conoces la imagen: si entrecierras los ojos es una vagina.
Yo soy miope, más fácil para mí. E incluso a detalle: le puedes ver los
detalles. Eso se llama analogía formal, otra vez lo mismo. Pero la analogía
formal es una función de la fantasía. Es como en las nubes ver caras. Pero aquí
estamos hablando de una serie de constructos sociales y artísticos monstruosos
que son los siguientes: la Virgen
de Guadalupe se aparece a un indígena, que tiene toda una visión completamente
edípica, una estructura de mayores a menores, de madre a hijo, el más pequeño
de sus hijos, etc., todo ello en un lugar que había sido previamente el sitio de
veneración de Guadalupe Tonantzin. La veneración a la diosa de la fertilidad se
daba en el mismo lugar donde se instaura después, por razones sutilmente
precisas y nada casuales, en el siglo XVI, (o sea estamos hablando aquí de un conceptualismo
del siglo XVI) donde se decide que se va a reemplazar una imagen con otra. Pero
va a ser la misma. ¿Y cómo va a ser igual?, porque en secreto lo vamos a saber.
No es una cuestión de conspiración: es una noción de analogía formal. Si yo
pongo esto, sólo estoy representando lo que todos saben: que detrás de la
virgen hay una madre, que detrás de una madre hay una vagina. ¡Ah, cabrón! Y
que formalmente son lo mismo. Y además…Si entras en la mitología de San Juan de
Patmos, y la aparición a través del avatar del águila, ¡y de pronto llegamos a
la bandera mexicana! Y luego ves que las estrellas del manto son las espinas
del nopal y están acomodadas como espinas en el nopal: otra analogía formal. La
imagen es tan poderosa porque sus analogías son muy poderosas, simplemente por
eso.
Ese es el poder de esa imagen.
He dicho públicamente, y lo sostengo, que la Virgen de Guadalupe es el cuadro más importante pintado
en la historia de la humanidad. No sólo de México, de la humanidad. Nunca ha
sido tan importante un cuadro para una sociedad entera como ha sido la virgen
para México. O tal vez Guernica en el inconsciente de los años cincuentas, sesentas,
no sé. ¿Cuál es el cuadro que ha movido más conciencias? Es la Virgen de Guadalupe. Y es
una representación del origen. Es Courbet, pero en serio.
Lo malo con Courbet es que
le faltó… ¡le faltó vivir en México! No es un defecto, porque no todo mundo
puede vivir en México, pero le faltó poder empujar el origen del mundo a… ¡ser
una bandera! No pudo llegar a ese nivel porque él inocentemente representa las
piernas abiertas de una mujer, diciendo: de ahí viene todo. Y tiene razón y
funciona, pero también lo hace en un formato y de una forma simple y privada…
se lo hace a un turco que le va a poner una cortina y él sabe que va a quedar
así: va a ser un cuadro secreto durante muchos años. Él no le puede dar el punch que le da el pintor indígena,
desconocido, que pinta en 1600 la virgen de Guadalupe. Porque no vive en
México, porque no está cargando como el Pípila el mundo entero en sus hombros,
como nos enseñaron a cargar aquí. Entonces Courbet, inocentemente y con un
espíritu casi estadounidense llega y dice: ¡Hey! este el origen del mundo. Y es
un gran cuadro, pero le falta la multitud de referencias y de analogías que te
puede generar la Virgen
de Guadalupe.
El
sueño del Tepeyac, 130 x 170, 2003
Yo lo que hago es
homenajearla. Obviamente, yo estoy haciendo todo un juego: la descompongo, la
separo, la rearmo, para que entendamos un poco la encarnación de las cosas.
Hago escenas donde el cuadro es pintado, donde empieza; una y otra vez es
pintado ese cuadro inicial, en mi trabajo. Es uno de los temas de mi pintura.
Pero ese cuadro en sí es imbatible y está basado en el hecho de ser mexicano,
no en el artista. La persona –prácticamente desconocida, al punto que se
atribuye a la mano de Dios- que hizo ese cuadro hizo lo mismo que hace Toledo,
lo mismo que hace Germán Venegas, lo mismo que hizo el anónimo que esculpió la Coatlicue, o sea, se
conectó con todo y lo que logró es imbatible porque funciona en todos los
frentes.
C: En otra entrevista hablaste de la libido y la pintura,
que es el motor.
D: Sí, bueno, como principio básico…
C: ¿La libido tiene género? Porque estamos hablando
de tu visión de la virgen de Guadalupe, que es mujer…
D: Vista por un hombre…
C: Entonces si soy pintora, soy mujer, yo no vería a la Guadalupe como tú la ves,
¿tiene género esta visión?
D: Creo que es inevitable, sería absurdo que yo
quisiera convertirme en una especie de pintor neutro, o feminista. Uno ve como
ve, uno ve las cosas con algún tipo de distancia, pero eso no creo que sea
bueno ni malo, simplemente es como el clima. Muchas veces se habla de la mirada
masculina como algo despreciable, en la teoría de arte de los setentas, los ochentas,
el “male gaze”, la mirada masculina
como algo que cosifica, o que empequeñece; digo, si las mujeres tuvieran la
seguridad mínima que requieren tener para vivir, se darían cuenta que eso,
lejos de ser malo, es bueno: la mirada informada por el deseo, puedes decirlo
así, ¿no? Pero es que el deseo sexual es el deseo de vivir. Digo, ahí no me voy
a pelear con Freud: es Eros o Tánatos. Y son fuerzas que, si vamos a volver a
México, están aquí en tándem, son un ciclo que se abre y se cierra. No se
detienen nunca, son ying y yang. Aquí se entiende Eros y Tánatos como fuerzas no
que luchan una contra la otra para destruirse, sino que van girando y
dominándose mutuamente, como dos luchadores que se revuelcan en el lodo.
Vista
del valle, 145 x 240, 2004
C: Hay un cuadro tuyo que es un hombre y una mujer
con un niño, sentados en el Popo y la “mujer dormida”…
D: “Vista del Valle”.
C: …Que alguien lo podría interpretar con el lente
psicoanalista y verlo como un cuadro anal. Pero es el lente psicoanalista, que
si te lo pones entonces ves todo así.
D: Se vale ponérselo, y es rico ponérselo. Lo que
pasa es que si sólo te pones eso y excluyes las demás facetas… Es que hay
lecturas que desafortunadamente usan así las cosas, para limitar mi visión,
para no ayudar a ver otras cosas. Como si yo tapara una cosa para ver otra. A
mí la sicología me encanta, sin embargo si lo tomas mal, puede ser el rival del
arte. Puede ser la forma de negar tu destino, de decir: “sí, estoy enfermo” o
“soy juguete de mi entorno”. “No, buey, no estás enfermo. Te tocó a ti vivir
así, y así decidiste responder a los estímulos”. Los traumas son estímulos,
claro, pero lo demás es tu decisión. Son simplemente un pretexto. Es más, ante
el arte la sicología se usa como una forma de descalificar la fantasía, de cosificarla
y reducirla.
La gran noche mexicana, 240 x 300,
2005
D: Te referiste al imaginario colectivo,
y todo esto de canalizar algo que está ahí, no sé dónde, en el aire… ¿Cómo es
que funciona esto de “lo mexicano” en tus cuadros? Dejando de lado el color de
la piel y la historia: ¿qué más es “lo mexicano” que no es lo obvio?
D: Por ejemplo, el sentido de lugar. El sentido del
lugar como algo decisivo. Cuando México se funda, los mexicas son nómadas y van
recorriendo el mundo buscando la señal. La señal es el águila, sobre un nopal,
comiendo una serpiente. Que es una conjunción fortuita natural, las águilas comen
serpientes y se paran en nopales, pero no siempre pasa que se juntan las tres
cosas. Es como una especie de lotería, y esta lotería va a determinar un lugar.
Van en busca de un lugar. Lo que hace el mexicano nómada errante, el “holandés
errante” de México que es la tribu mexica, es buscar un lugar hasta que se dé
el signo que lo determine.
Para mí la pintura es una
búsqueda de lugares. En ese sentido es un eco de algo que tiene que ver con mi
biografía, pero que también tiene que ver con cosas que yo veo todos los días,
pero que no son obvias.
Dicen que por el zócalo
pasan diariamente cerca de trescientas mil personas, creo que más. Y recorren a
pie, el zócalo y las calles aledañas, sin una razón real. Porque en México hay
malls y hay mercados, pero la gente viene, aparentemente, algunas de ellas por
razones económicas y reales, pero muchas otras vienen por razones que son de
peregrinaje. O sea es un centro magnético, y eso ¿cómo lo explicas? Por el
lugar. Es el lugar que se buscó y se encontró. Por razones que yo no sé si son
reales o no. Yo no soy ningún espiritista, ni ningún paranormalista, ni sé si
haya algo después de esta vida… Sé de buena fuente que hay fantasmas, porque,
yo no los he visto pero hay gente que yo conozco de una forma tal que sé que
los ha visto y lo ha vivido. A lo mejor yo no soy sensible a eso, soy sensible
a otras cosas.
Pero yo sé que hay un mundo
misterioso que a lo mejor no podemos ver del todo, pero hay evidencias. Una de
esas evidencias para mí, es cómo se construyó esta absurda nación. Y porqué
ejerce ese magnetismo insondable.
Mucho de mi trabajo opera y
viene de lugares que yo no sé. Yo no entiendo porqué hice esto (apunta al
cuadro enfrente, “La
Carbonera”).
C: Lo del carbón es muy actual ¿no?, es el tema del
medio ambiente, ¿está eso aquí en este cuadro?
D: Viene de La Carbonera, un lugar que yo conocí en Michoacán. Que
es un lugar donde el río Lerma hace pantano y hace turba: hace carbón mineral.
Y luego tiene que ver con un dibujo de Pingret del siglo XIX, donde pinta a la
carbonera limpiándose el carbón. No la pinta como a las fruteras con su fruta o
a un aguador con su jarra de agua, sino que la pinta limpiándose el carbón. Es muy
misterioso ese dibujo porque no representa al personaje haciendo lo que tiene
que hacer. Su origen es muy inconsciente. A lo mejor este cuadro y la obra que
estoy haciendo ahorita no tienen tanto que ver con este tema de la colectividad
mexicana.
La
madre pródiga, 240 x 640, 2008
Sin embargo cuadros como “La
madre pródiga”, ahí sí fue muy raro porque surgen cosas y temas de la nada y
luego la gente las interpreta, interpreta una construcción que no puedo menos
que decir: sí, ahí está, esto pasa porque esto y esto, y esto representa esto.
Todos los procesos son semiconscientes,
no todo es dejar que fluya algo. Pero en México hay cosas marcadas por
historia, por destino, por lugar, por aceptación. Y esa es la sensación social
que tienes. Yo siento que en parte es que, si estás conectado con la energía de
la sociedad, -y no me refiero a leer periódico, sino a caminar y ver, cómo
habla la gente, qué dice, porqué hace las cosas que hace- empiezas a meterte y tú
empiezas a ser otra persona, tú empiezas a ser otra cosa por dentro. Eso es una
locura. Entonces empiezas por dentro a ser diferente. Y a entender cosas. Y
cuando estás soñando un cuadro y soñando imágenes, salen así, y tienen que ver
con cosas de tu infancia y tienen que ver con cosas de lugares que fuiste, y
lugares que conociste y lugares que te marcaron y que entendiste que son
poderosos, son fuertes.
Yo cuando era niño iba a
los volcanes, al Izta y al Popo. Mira ahí están (apuntando a otro cuadro en el
taller) Es el hongo, es el falo y es el volcán. Lo hice para entender que… -es
una estupidez si quieres-, para entender que el hongo, el falo y el volcán, son
lo mismo. Al mismo tiempo lo que hay es, por ejemplo en el volcán, que tiene
forma fálica porque es un domo, es el masculino, y la mujer dormida es el
volcán roto, hendido, que es Iztaccihuatl, que también tiene forma de mujer.
Entonces la identificación del principio masculino con el hongo, se relaciona,
por ejemplo con las tradiciones de los “granizeros”. Los “granizeros” son magos
o chamanes que suben a las montañas y piden la propiciación de lo que ya
sucede. Puedes decir que es ocioso pedir a las nubes que llueva, o cómo le vas
a pedir a la montaña que genere nubes, si eso es lo que va a pasar. Pero si tú
no lo pides a lo mejor no va a pasar. Ahí reaparece el inconsciente de México:
si tú no propicias el día tal vez nunca llega, tal vez nunca amanece. En el
fondo aquí sabemos que tenemos que pelear el día y pelear la noche.
Así funcionan esas
analogías formales, es un proceso de analogación que te lleva a entender cosas.
Yo cuando era un niño chico subía al Izta. Con mi papá nunca subimos al Popo,
siempre subíamos al Iztaccihuatl. Tenía 8 años, o nueve. Toda la cuestión de
los hongos estaba ahí, se trataba de ir y buscarlos, los cocinabas ahí, la
gente iba ahí a eso. Pero se trataba de llegar a la “mujer blanca”, pero yo
nunca pude llegar a la “mujer blanca”, yo era muy chico para subir y nunca pude
llegar hasta la nieve. Mi experiencia aparentemente es universal, (risas) no
sé, es complicado. Pero tiene que ver con lugares, tiene que ver con el
entendimiento del lugar que es simbólico para México, los volcanes son los
guardianes del valle. ¿Contra qué o…? (mirando el cuadro) Están guardando la
dualidad, la mujer dormida, el hombre vigilante derrotado por el destino, el
destino que durmió a la mujer. Si lees las historias entre líneas, las
historias tradicionales, entiendes que estás hablando de la condición humana, o
de la condición de la relación de los sexos, o sea, finalmente estás haciendo
guardia a las formas (risas). ¿Qué están guardando los guardianes?, pues las
formas. ¿Qué son las formas? Todo. Yo entiendo el mundo a través de la forma.
C: Este país es así, desde el principio: estético.
D: Somos guardianes de la forma.
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